¡ALL THAT JAZZ!
Los Speakeasies se volvieron muy populares y los efectos migratorios de la gran depresión contribuyeron a dispersar la música por diferentes ciudades.
Desde New Orleans en el sur viaja hasta las grandes ciudades del norte, Chicago y NY. Cada ciudad desarrolla su propio estilo de tocar el Jazz.
A comienzos de los años 20 Nueva York y Chicago eran las ciudades con mayor número de músicos de jazz, la mayor parte de ellos emigrados de otras zonas de los Estados Unidos en las que se había acabado con los barrios en los que se daban cita tanto el jazz como la prostitución y el alcohol
La popularidad de los Speakeasies y los avances tecnológicos en grabación de sonido hizo que la demanda de Jazz se disparara por las nubes. Fue también uno de los primeros intentos de integración de las razas pues músicos mayoritariamente de raza negra tocaban para un público totalmente blanco.
La primera grabación de jazz data de 1917, de la Original Dixieland Jazz Band –curiosamente blancos, pero la música ya existía desde hacía algo más de veinte años y cornetistas como Buddy Holden o Freddie Keppard ya tenían un nombre en Nueva Orleans.
En estos años aparecen los que serán más tarde considerados las primeras obras maestras del jazz, destacando sobre todo Jelly Roll Morton o King Oliver con sus respectivas orquestas. Casi al mismo tiempo aparece Louis Armstrong, primero con los Hot Five y después con los Hot Seven, que fue quien antepuso la personalidad artística del solista por encima de la improvisación de grupo y dotó al fraseo jazz del sentimiento del blues.
Fueron los años en los que tanto solistas como orquestas se disputaban el trono del género. La gran orquesta de Paul Whiteman, que tuvo un gran éxito con su versión de Rhapsody in Blue; la de George Gershwin, conocido sobre todo por su enorme Porgy & Bess; y la de Duke Ellington, que compuso una abrumadora cantidad de temas y fue crucial en el desarrollo del género.
También aparecieron intérpretes blancos, demostrando así que el jazz no tenía un sólo color, como Benny Goodman, Glenn Miller o el menos conocido Bix Beiderbecke, trompetista de enorme talento que murió de forma prematura.
Aquel mismo Chicago que Al Capone había había convertido en el centro más importante y fructífero del hampa traficante de alcohol, fue también el escenario en el que músicos como King Oliver, Louis Armstrong, Sidney Bechet o Jelly Roll Morton grabaron sus primeros discos. Allí se desarrolló el indudable talento de unos personajes que coincidieron en una coyuntura y un lugar favorables.
Además del crecimiento y reinado de los cócteles, la Ley Seca también tuvo otros efectos colaterales que pocos pronosticaron. El éxito de los Speakeasies y clubes era tal que muchos de ellos contrataban bandas de música para animar las veladas e invitar a los clientes a que pasasen más tiempo dentro. Los bares clandestinos se convirtieron en auténticos centros de ocio con música en directo, especialmente aquéllos a los que acudían las clases más pudientes.