CUANDO EL COCKTAIL SE VUELVE CLANDESTINO…
A menudo el ingenio y creatividad del ser humano se agudizan de manera soberbia en los momentos más complejos o adversos. Algo así es lo que pasó en la famosa Prohibición del alcohol que vivió EE.UU. en la década de los años 20 y que se conoció como la Ley Seca
Fue en 1919 cuando el gobierno americano decidió vetar la fabricación y venta de bebidas alcohólicas como medida disuasoria ante el creciente consumo de la época.
Dicha normativa, duró 14 largos años (hasta 1933) y tan sólo dejaba consumir alcohol con fines terapéuticos.
Además, a nivel creativo, a pesar de la veda, fue curiosamente la década donde surgieron más cocteles de los que hoy en día llamamos Clásicos, como el Negroni, Whisky Sour o Bloody Mary.
Combinar los destilados y licores con zumos, cítricos, azúcares y botánicos no era algo nuevo. Ya desde antes incluso del siglo XIX se conocían recetas para elaborar cócteles. Sin embargo fue durante los años de la Ley Seca cuando se produjo una eclosión sin precedentes en cuanto a nuevas fórmulas. La manera más habitual de consumir alcohol entre quienes acudían a los Speakeasies era en forma de cóctel. ¿Por qué? Bueno, existe la leyenda de que se hacía para no dar pistas de lo que se estaba bebiendo. Puede que en algún caso fuera así, pero la realidad es que los cócteles eran la solución que muchos Bartenders necesitaban para enmascarar la mala calidad del alcohol que servían.
La mayoría de los Speakeasies no tenían acceso a los grandes contrabandistas que introducían en el país destilados extranjeros de buena calidad. Tenían que conformarse con los whiskeys baratos que se hacían de manera casera o las ginebras que se destilaban en la bañera de casa. Y claro, las consecuencias de utilizar métodos tan rústicos no eran muy saludables. Con tanto Garrafón circulando por ahí no quedaba más remedio que enmascararlo utilizando azúcares, cítricos, amargos y otras mezclas.
Los Bartenders empezaron a rescatar recetas clásicas, a copiar las ideas que venían de Europa (París y Londres fundamentalmente) y a experimentar con las suyas propias. De ahí la proliferación de cartas de cócteles que incluían recetas ya existentes y otras nuevas que pronto sedujeron a los sedientos y clandestinos clientes.
Una vez derogada la Ley Seca el 5 de diciembre de 1933 los cócteles permanecieron como una de las formas más elegantes de disfrutar de un trago y no tardaron en extenderse por todo el mundo.