LA PROHIBICION: ¿COMO SE APROBO LA LEY SECA?

LA PROHIBICION... ¿COMO SE APROBO LA LEY SECA?

Una suma de factores... Fervor Religioso, Política y Patriotismo

Realmente la Prohibición no fue un invento del siglo XX.    Los  esfuerzos para eliminar el Alcohol de Estados Unidos son tan antiguos como el país mismo. Los primeros movimientos eran de índole religiosa donde la salvación del bebedor era su objetivo primario.  A principios de los 1800, grupos mejor organizados, The Temperance Societies,  emergieron virtualmente en cada ciudad de America y para 1840 tenían una membresía de más de un millón de personas.  Estos hicieron una fuerte campaña contra el consumo de bebidas alcohólicas y se anotaron una victoria en 1851 cuando la legislatura de Maine aprobó una ley que prohibía el consumo de Alcohol en ese estado. Una docena de Estados pronto instauraron las «Leyes de Maine» solo para rechazarlas años más adelante por la fuerte oposición y protestas de sus ciudadanos.

Un grupo conocido como The Washingtonians alcanzó mucha notoriedad.  Su membresía se componía casi en su totalidad de ex alcohólicos.  Irónicamente su nombre se desprendía de George Washington, quien era reconocido como Home Brewer y amante del Port.

Al principio, la cerveza no era el objetivo de estos grupos, sino los destilados que eran vistos como una amenaza para la sociedad.

Pero esta cortesía hacia la cerveza pronto empezó a desvanecerse.  Para finales de los 1800, los activistas se enfocaron en el epicentro del problema:

El Saloon, como se conocían antiguamente los bares, catalogado como la puerta al infierno, donde los hombres entraban sobrios y salían perdidos.

En 1874, The  Women’s Christian Temperance Union fundada en Cleveland crea la Banda de Visitas.  Temida por los propietarios de los Saloons y sus clientes, la Banda consistía en un grupo de mujeres armadas con Biblias que entraban a insultar a los presentes para vaciar los Saloons y hacerlos quebrar. Solo tres meses pasaron para lograr la quiebra de más de 1,100 establecimientos.

Los inmigrantes Alemanes se tomaron como una ofensa personal este comportamiento de estos grupos de activistas, pues lo veían como un atropello a la práctica de sus costumbres.  En muchas ciudades, bandas de Alemanes tomaron las calles con barriles de cerveza en protesta. Al encontrarse ambos bandos, se desataba la violencia en muchas ocasiones… Pues pocas cosas son tan queridas para los alemanes como su cerveza.

En 1893 se establece the Anti-Saloon League, la cual se convirtió en la fuerza más importante para lograr la Prohibición.  Con una membresía que sobrepasaba los 5 millones de personas, trabajaron sin descanso para eliminar políticamente a los políticos que iban en contra de La Prohibición.  La nación se dividió en dos bandos, los «Wets» y los «Drys».

Llamados para convertir a America en una nación «Seca» continuaron en 1910 cuando grupos como the  Anti-Saloon League y the Women’s Christian Temperance Union, con fondos y políticamente bien conectados ganaron influencia y apoyo para presentar una legislación anti alcohol en el Capitolio.

La primera prueba de fuego llegó en 1913 cuando miles marcharon a Washington para presentar al Congreso una petición para crear una Enmienda Constitucional que proclamara la Prohibición.  La petición atravesó todo el laberinto gubernamental y en 1915 se convirtió en un Proyecto de Ley que fue votado por la cámara de Representantes.

El voto quedó en 197 a favor y 190 en contra.  A pesar de que no se requería los 2/3 de mayoría,  los resultados sorprendieron a todos.  Significaba que la Prohibición era en efecto lograble.  La Liga pronto se proclamó como «La organización política más poderosa del mundo».

A pesar de las victorias políticas era bien sabido que la mayoría de los ciudadanos no apoyaban la Prohibición.  Simplemente no tenían un grupo político que los representara y luchara contra la Ley.

Uno de los adversarios de la Prohibición fue The German-American Alliance,  cuyos miembros sumaban 2 millones para el 1914.  Luchando para preservar el derecho de los emigrantes alemanes de beber Cerveza, la organización apeló al espíritu de libertad argumentando que la Prohibición oprimía la voluntad de elegir del individuo.

La Guerra en Europa envió a esta organización  a consumirse en llamas, pues creció un sentimiento anti alemán y el Congreso los acusó de conducirse de manera anti patriótica ordenando su disolución en 1918.

Por otro lado, los productores de cerveza organizaron fuertes campañas para que la Enmienda no pasara.  Sus fortunas y poder político fueron formidables contrincantes.  Sin embargo  el derecho al voto de las mujeres y la 1ra. Guerra Mundial fueron más fuertes.

La ley estaba prácticamente aprobada en 1917 pero cuando Estados Unidos entró en Guerra se clavó el último clavo en el ataúd que enterraba al Alcohol.   Se argumentaba que la cebada que se usaba para producir Cerveza podía servir para producir pan para los soldados americanos y ciudadanos europeos por lo que consiguieron detener la producción de alcohol durante la Guerra.

En sentido general, los alemanes, (cerveza), católicos (vino) e irlandeses (Whiskey) eran rechazados por la América conservadora de la época. Los cruzados anti alcohol estaban movidos definitivamente  por la Xenofobia y la 1ra. Guerra Mundial pintó la Industria de Cerveza Americana controlada por familias alemanas como una amenaza al Estado. «Enemigos en nuestro país de apellidos  Pabst, Schlitz, Blatz y Miller.”

Al final. el 16 de enero de 1919,  el Estado de Nebraska se convirtió en el estado número 26 en ratificar la Décimo Octava Enmienda a la Constitución. La Prohibición comenzaría exactamente un año más tarde y todo cambió para siempre.

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Estrenamos esta sección con un colaborador de lujo. Disfruten el artículo de Mr. Lamarche. Fashion Journalist Living in New York.

New York desde siempre ha sido asociado al lujo. En la era moderna, para la década de los 80s, la ciudad vivía el éxtasis de hacer millones en una mañana en Wall Street. Hoy día, esta ciudad aun pertenece a la lista de ciudades más caras del mundo, donde la renta de un apartamento, con vista privilegiada al Central Park es de «solo» 150,000 dólares al mes y en el mismo edificio, puede venderse cualquier mañana en un precio record de 100 millones de dólares; el pent-house más caro de la ciudad.

Ahora, siendo honestos y sin querer sonar snob, la mayoría de estos excesos son clasificados por los reales Neoyorkinos, como de mal gusto o innecesarios de traer a colación. Viviendo en esta ciudad y teniendo la suerte de sostener amistad con personas que nacieron aquí o llevan más de 25 años viviendo en ella  es que aprendes a apreciar el verdadero lujo de vivir aquí, con los «Locales»

New York  tiene la versatilidad de albergar todas las culturas, con todas sus lenguas, sus costumbres, tradiciones y gastronomías. Basta con tomar el tren y escuchar el italiano o el pakistaní hablar. Justo cuando un grupo de música folk interrumpe en el vagón para conquistar a los pasajeros con su arte  y es cuando te das cuenta que en el mismo tren esta también Sofia Coppola . Ah, sí, porque celebridades en las esquinas o en los autobuses nunca van a faltar, porque aquí, ese halo de intocable de Hollywood no existe.

Otro lujo que nos permite vivir en NYC, son las lecciones de estilo al vestir y de gratis. Cada vecindario tiene un código de vestuario adoptado al 100% por los que viven en el. Si caminas por el Upper East Side, el look es bien definido, ballerinas de Celine y carteras de Valextra son el común dominador, junto con un assorted de macarons de Laduree y bolsas de Barneys. Ahora si te diriges a Lower East Side o Brooklyn, el estilo es mas urbano y Ricardo Tisci  y su colección para Nike, es el Chanel del barrio. La inspiración para vestir, más que venir de las pasarelas, la obtienes de las calles.

Hace un buen tiempo empecé a ver los outfits de los transeúntes cada vez que, en las mañanas, bien temprano caminaba a mis perros. Me encontré haciendo lista de piezas que tenía en mi closet y tratándolas de combinar para lograr cierto looks con los que veía a la gente llevar en la calle esa mañana.

Pero esto es apenas un atisbo del lujo de vivir en New York. Lo bueno es despertar en la ciudad, mirar la temperatura y decidir entonces lo que te vas a poner.

Y ¿qué me dicen de los museos? Desde el nuevo Whitney hasta el Metropolitan; o el Museo National American, que casi nadie lo menciona, pero es uno de los más importantes en este hemisferio. Menciona el museo y estamos a unos 20 minutos en tren de cada uno.

Si seguimos por los restaurantes, uno de mis temas favoritos y de los que más dominio tengo de esta ciudad, la más excitante del mundo, por lo menos para mí,   Smith and Mills es mi nuevo spot y creo que el de Robert De Niro también, lo he visto 3 veces de las 5 que he asistido. El bar me conquisto, simple, bien Lower East Side.  Su  cocktail Dark’nStormy hay que probarlo.

Y si quieren  que  mencione a  los agraciados con estrellas Michelin pues  Eleven Madison Park,  Le Bernardin, uno de mis favoritos  aun le quiten las estrellas o Jean- Georges, (el carro de postres lo vale todo) y que conste, que no soy dulcero. Y al mismo tiempo Casa Enrique, en Long Island City. Mejicano que es el único restaurant latino con una de las deseadas estrellas francesas.

Otro de los lujos de New York,  es que puedes viajar en el tiempo en un mismo día y verlo cambiar a medida que cambias de vecindario.

Recomiendo pasear por el área de Gramercy  Park, uno de los primeros y más prestigiosos vecindarios de Manhattan,  donde viví  por un tiempo, Tribeca y el Meatpacking son de los más nuevos, camínelos, camínelos mucho.

Lo mismo la vida nocturna, aunque de mi no obtendrá una lista de clubs , no es lo mío y siempre estoy en cama a las 11 PM. A menos que haya una buena sobre mesa después de la cena, de  esas que valen la pena el desvelarse.

Recomiendo una noche en The Carlyle, especialmente si esa semana esta presentándose una leyenda del entretenimiento. A mí me toco ver a Joan Rivers. Pero por ahí han desfilado desde Sinatra, Eartha Kitt y Tony Bennett.

Para  la nueva generación esta The New York Edition Hotel o El Americano, en el verano, su área de la piscina es «trending topic».

Al final pensándolo bien el mayor lujo que nos damos los que vivimos aquí, es el de vivir civilizadamente en una ciudad como esta.

Es cierto que vamos a millón, que todo el mundo va enfocado en su misión, con una vida que puede ser es muy convulsa. Pero aun así, a  la gente le importa el otro, más que en otras ciudades, Si estas esperando en el tren, nuestro ADN local sabe que tenemos que  esperar a que todo el mundo salga para entrar. Si alguien te roza con su cartera, te pide excusas, se dan los buenos días en el elevador..Por ahí podemos seguir. Esta es una ciudad muy dura, pero para vivirla hay que ser por lo menos cortes.

Espero que en su próximo viaje a mi ciudad haga un esfuerzo de vivir estas experiencias. Ah, y  siempre le puede preguntar a un newyorkino, lo que sea de su ciudad, siempre le responderá y de manera acertada.

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